30 MAY 2023

La producción artística bajo lenguajes no tradicionales abarca desde lo corpóreo –como el performance– hasta el uso de todo tipo de tecnología. Propuestas artísticas con sistemas tecnológicos como video, holografía, teleconferencia y holografía, por mencionar algunas variantes de soportes electrónicos, transforman la imagen, redefinen su iconicidad y la invisten de nuevos aspectos estéticos aún por estudiar. La digitabilidad irrumpe en escenarios donde la simulación crea la sensación de espacios reales, escenarios simulados en la máquina de visión de nuestro tiempo: la computadora, donde el poder creativo del hombre se vislumbra en el empleo de esta compleja herramienta.

El arte digital presenta un campo de exploración visual muy singular en un espacio cuya animación y movimiento permite al receptor interactuar y desplazarse en la obra. Esta opción artística propone una variación en el sentido trascendente de la obra de arte (como obra permanente ajena al espacio de recepción), puesto que hay mayor actividad de un público que en ocasiones interactúa con la obra digital, lo cual constituye una experiencia que activa nuestros sentidos en la intermitencia de sus imágenes.

Por otra parte, el arte por computadora constituye la información matemática de un mundo lógico cuyo funcionamiento se estructura en función de proposiciones binarias, propias del pensamiento y de la cultura (en sentido genérico) que tienen como base la delimitación por oposiciones. De ahí que mediante la aptitud para traducir lenguajes, dada por la conversión de una sistematización matemática a una lectura visual (como fractures o algoritmos matemáticos que son el número de pasos consecutivos para realizar una acción), es como surge la imagen representable de hiperrealidad. Tiempo y espacio de la simulación que tienen como referencialidad un sistema de signos, donde lo verdadero y lo falso, el cero y el uno, a través de sistemas binarios con los cuales se programa una imagen hiperreal, nos conducen a un presente continuo virtual. Desde esta lógica el artista concibe su obra simulando la reproducción de la realidad e induciéndonos a un sistema de distorsión o disolución. En ese sentido Gilles Lipovetsky señala lo siguiente: “A la paulatina disolución de referencias, al vacío del hiperindividualismo, responde una radicalidad sin contenido de los comportamientos y representaciones, una subida a los extremos en los signos y hábitos de lo cotidiano, en todas partes el mismo proceso extremista está en marcha, el tiempo de las significaciones, de los contenidos pesados vacila, vivimos el de los efectos especiales y el de la performance pura, el aumento y amplificación del vacío”. El arte digital se encuentra inserto en la paradoja señal-signo, signo-señal sin más referencialidad que la señal empleada en un sistema binario que reduce la polisemia.

En esta manera de representar en forma finita un proceso interminable, la rearticulación de los discursos en un sistema cerrado de captación informática, donde sólo existen el cero y el uno, paradójicamente abre el campo de proposiciones imaginarias. Este principio de producción hace que la complejidad radique en el sistema combinatorio de los operadores binarios.

El arte digital se construye la presencia desde la ausencia, en un espacio y tiempo virtuales. Sucesión de instantes que advierten un tiempo diferido, disociado, una instancia paradójica de metamorfosis. Fijeza y desplazamiento, velocidad e inercia en una obra bidimensional o tridimensional que afecta nuestra noción de tiempo real. La representación digitalizada nos conduce por un camino de variadas multiplicaciones, un presente continuo de contracciones múltiples, pasado, futuro en el tiempo del simulacro. Este tipo de producción artística se inserta también en el espacio conceptual, cuando la producción de la obra y los medios par representarla plantean la sustancia de la obra misma.

Por otra parte, de lo digital informático a lo simbólico lingüístico en la abstracción/representación, se deben tener en consideración los niveles de descripción en los sistemas de computadora. La computadora misma requiere de un lenguaje ensamblador que haga legible el lenguaje de máquina y de un compilador que nos permita llegar a la producción de imágenes. Un solo registro recibe distintos redireccionamientos que modifican su sentido en una complejidad de funciones que hace de este instrumento un sistema con varias estructuras para llevar a cabo un trabajo conceptual. Esto alude al arte digital cuyas posibilidades expresivas son muchas.

Una de las posibles vías de análisis fue el abordaje semiótico de esta nueva expresión artística como medio para comprender su esencia conceptual y las instancias paradójicas que genera el proceso de producción de una obra digital. Sin embargo, aún no es posible establecer hasta dónde se construye este tipo de producción en la esfera de lo simbólico, pues no sólo se trata de complejas combinaciones de los elementos que ofrece esta tecnología.

Dada la importancia que en el ámbito artístico han adquirido paulatinamente las computadoras, se señalan algunas consideraciones, a saber: el arte digital vinculado con los avances de la informática produce nuevas formas de significación y un campo de definiciones estéticas aún no precisadas que alteran nuestra percepción y nos inducen a otra. La representación digitalizada o virtual en el arte nos conducirá a una nueva combinación que, a su vez, lleva a la estética del objeto, a una estética del proceso. Así mismo, se puede considerar que la memoria del pasado y de las vivencias quedarán suplantadas por el sentido de la experiencia presente en un mundo en constante implosión.

En México se explora la posibilidad del arte digital desde fines del siglo pasado, aunque los alcances y perspectivas que caracterizan a esta propuesta estética son correlativos al desarrollo social del capitalismo y los avances de la tecnología.

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